¿Cómo afecta la falta de políticas laborales al derecho de las mujeres a una vida libre de violencia?
En Lactarum hacemos una pausa para mirar de frente lo que muchas veces se evade. Porque hoy no hablamos solo de lactancia y trabajo: hablamos de justicia, dignidad y equidad. Y de cómo el silencio institucional puede ser otra forma de violencia.
En las últimas semanas, hechos que involucraron a mujeres públicas como Claudia Sheinbaum, presidenta de México, y Fátima Bosch, Miss México 2020, nos recordaron con crudeza que el respeto a los cuerpos y a la integridad de las mujeres no está garantizado, ni siquiera en espacios visibles y vigilados. A una la tocaron sin consentimiento. A la otra la humillaron públicamente.
Si eso sucede frente a las cámaras, ¿qué sigue ocurriendo donde nadie graba?
Oficinas, fábricas, almacenes, tiendas: los espacios laborales pueden convertirse en zonas de vulnerabilidad cuando no existen políticas claras de prevención, respeto y cuidado.
En México, más del 70 % de las mujeres de 15 años o más ha experimentado algún tipo de violencia (Reuters, 2022). Esto no solo se traduce en agresiones físicas o verbales. También se manifiesta en la indiferencia estructural, en la omisión de derechos básicos, y en la falta de apoyo real para compatibilizar la maternidad con el trabajo.
Cuando una mujer regresa a trabajar tras dar a luz y no encuentra un espacio digno para la extracción de leche materna, ni condiciones para el almacenamiento de leche materna, ni acceso a un módulo de lactancia, esa ausencia no es neutra: es violencia estructural normalizada.
No tener políticas de conciliación es una forma de violencia
Muchas veces pensamos que la violencia es solo aquello que se puede ver o denunciar. Pero la violencia también ocurre cuando se ignora la realidad de las mujeres en el mundo laboral.
La falta de programas de apoyo a la maternidad, la invisibilización del cuidado, la presión por “volver a rendir como antes” sin acompañamiento: todo esto forma parte de un sistema que vulnera derechos básicos sin siquiera mencionarlo.
La norma de la lactancia materna, establecida para proteger la salud de madres e hijos, aún se incumple en numerosas empresas. La hora de lactancia se considera una “concesión”, no un derecho. Y los módulos de lactancia siguen siendo una rareza, cuando deberían ser estándar.
Frente a esto, es clave recordar que el artículo 132 de la Ley Federal del Trabajo en México establece que las empresas tienen la obligación de brindar facilidades para la lactancia y el almacenamiento de leche materna en condiciones higiénicas y privadas. Cumplir con esta norma no es un gesto de buena voluntad. Es una cuestión de derechos.
La conciliación como forma de prevención
Tener verdaderas políticas de conciliación implica:
- Reconocer que la maternidad no es una interrupción profesional, sino parte de la vida laboral.
- Entender la paternidad como un rol activo y corresponsable.
- Garantizar el cumplimiento de la norma de lactancia materna, sin burocracia ni excusas.
- Asegurar módulos de lactancia accesibles, limpios y seguros para la extracción y almacenamiento de leche materna.
- Implementar programas de lactancia materna con enfoque integral, involucrando a toda la organización.
Promover cultura organizacional donde pedir la hora de lactancia no implique perder oportunidades ni ser juzgada.
En resumen: la conciliación real es lo opuesto a la violencia institucional.
Las empresas también pueden ser aliadas contra la violencia
Una organización que apuesta por una cultura del cuidado y el respeto:
Retiene talento femenino en lugar de perderlo.
Reduce el ausentismo, al prevenir enfermedades en madres e hijos.
Fortalece su reputación como empleador responsable.
Contribuye a un entorno más humano, empático y productivo.
Y, sobre todo, deja de ser cómplice de un sistema que muchas veces calla y perpetúa desigualdades.
Cuidar también es prevenir
Desde Lactarum lo decimos con claridad: ignorar la necesidad de espacios dignos para el cuidado en el trabajo es una forma de violencia pasiva que aún se naturaliza.
Por eso, cada vez que instalamos un módulo de lactancia, asesoramos a una empresa o capacitamos en corresponsabilidad, no solo hablamos de infraestructura: hablamos de cultura, de equidad y de justicia social.
Porque una empresa que cuida, transforma.
Y una empresa que escucha, previene.
En cuestiones como esta, la neutralidad no existe.
Quedarse al margen, mirar en silencio o postergar decisiones también es tomar una postura.
En Lactarum elegimos actuar.
Porque solo desde la acción es posible construir entornos laborales libres de violencia hacia las mujeres.