Seleccionar página

Hola, soy Alejandra Orellana, co-fundadora de Lactarum y quiero contarte mi historia con la lactancia.

Cuando me quedé embarazada de mi primera hija elegí ser atendida por un médico pro-lactancia, gracias a la influencia de mi hermana mayor, es una mamá activista. Ellos dos fueron el inicio de mi red de apoyo para empoderarme de “mi lactancia” que meses después sería de mi hija Ema también.

En cuestión de minutos después de las primeras tomas mis pezones estaban agrietados, decidí que Ema lactara a demanda y demandaba a ¡cada rato!

Nunca voy a olvidar la sensación de sudor en mis pies por la angustia que me provocaba ver que su boquita se acercaba a unos senos lastimados… En fin, son detalles de los que no se hablan, pero son historias reales y completamente normales entre mamás. Sin embargo, el amor a los hijos hace que nuestro dolor pase a segundo plano porque sabemos sobre los innumerables beneficios que la lactancia les proporciona a nuestros pequeños(as).

Cuando se acercaba la fecha de regreso al trabajo porque mi licencia de maternidad estaba próxima a terminar, empecé la retadora tarea de armar el banco de leche. Pero ¿cómo lo iba a lograr cuando mi hija, que comía todo el día, no dejaba nada para la reserva? En mi caso el truco fue hacerlo en las madrugadas cuando dormía un poco más.

Me recuerdo por varias noches sentada en una silla de la cocina, con sueño, cansada, a solas y a oscuras recolectando la leche.

Luego llegó el primer día de regreso al trabajo, lo recuerdo porque viví una especie de duelo. Separarme de Ema y delegar la crianza por tantas horas del día, no fue tarea fácil. Tuve sentimientos encontrados de alegría y tristeza porque amaba a mi hija y me encantaba mi trabajo, pero sentía que eran incompatibles. Ambos demandaban mucho de mi tiempo.

Ese primer día llevé el extractor eléctrico de leche, pero me olvidé el cable 🫣. Después de 7 horas tenía el uniforme manchado, parecía tener unos implantes mamarios, y no pude actuar con normalidad en las reuniones a las a que asistí. ¡Definitivamente mi cabeza estaba en otro lugar y mi cuerpo me lo recordaba!

Los siguientes días buscaba por la oficina un lugar para extraer y almacenar la leche materna; probé lugares como el baño, mi puesto de trabajo (tapada con una tela), una bodega de uniformes. Almacenaba la leche en el refrigerador del dispensario médico, hasta que tuvieron una inspección del ente de control y me prohibieron hacerlo.

Nunca conversé con nadie de la empresa de esos detalles de mi lactancia porque consideraba que eran cosas solo de “mamás”.

Hoy soy mamá de dos, repetí la hazaña por segunda ocasión y gracias a mi experiencia me comprometí, a través de la creación de Lactarum, a aportar para que más mujeres tengan lactancias amables en sus lugares de trabajo, a que cuenten con un espacio digno, destinado y adecuado para la extracción o amamantamiento, a que los líderes de las organizaciones comprendan que deben apoyarlas y a sensibilizar constantemente sobre la responsabilidad compartida de sostener el proceso humano básico de la lactancia.

Para todas aquellas organizaciones que tienen estrategias de género les dejo un consejo, no puede existir una estrategia exitosa sino toma en cuenta a la “maternidad” porque las mujeres que decidimos ser madres estamos atravesadas por esa decisión que se convierte en nuestra realidad. La etapa de crianza de la primera infancia (0 a 5 años) es uno de los momentos en los cuales se activan mayoritariamente los sesgos de maternidad que producen discriminación, es decir, que para las madres se vuelve más complejo conseguir un empleo o un ascenso. Además, cuando las madres solemos autoexcluirnos de oportunidades laborales por la carga física, emocional y la falta de balance en las labores de crianza y domésticas.

Actualmente, Ecuador se está movilizando para adoptar leyes que amparen los derechos humanos y laborales de las familias lactantes. Solo en este año se han aprobado dos nuevas leyes con ese enfoque: la Ley de Economía Violeta y la del Derecho al Cuidado Humano. En el marco de la semana mundial de la lactancia la OMS y UNICEF la han llamado Amamantar y trabajar: ¡hagamos que sea posible!

La maternidad es la fuente de la regeneración de la fuerza laboral y no podemos pensar una crianza óptima si, como sociedad, no damos la importancia a la lactancia materna como una responsabilidad de toda la sociedad y no única y exclusivamente de la madre.